La importante diferencia entre el Coach y el Gurú 

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A lo largo de los más de 30 años de mi carrera profesional, he tenido cuatro coaches. Todas me han aportado conocimiento, guía y asistencia en momentos en los que estaba transicionando a una nueva posición: llevar un equipo por primera vez, entrar en un entorno internacional, integrar mis altas capacidades y en la actualidad, emprender. 

Además de mis coaches, he acudido a terapía en dos ocasiones. Son soportes distintos que cubren distintos objetivos. Aunque debo decir que no recomiendo llevar ambos a la vez, puede ser muy lioso recordar ¡qué le dijiste a quién! 

Respeto mucho el trabajo de l@s coaches. Tienen una gran responsabilidad al guiar y sostener de forma personalizada los momentos clave en la vida de sus coachees, ya sea a nivel personal o profesional.  

El coach, con su conocimiento, pueden aportar de forma más amplia a la población en general.

Es por eso por lo que encontramos libros, podcasts, formaciones grabadas.  

Cumplen una maravillosa función que acerca el proceso de coaching a personas que quizás económicamente no se pueden permitir un acompañamiento individualizado. O quizás sirva de iniciación a aquellas personas que están en esa primera fase de descubrimiento en la que exploras opciones, pero aún no sabes por donde tirar. 

Es por el respeto que les tengo, que me molesta enormemente la aparición de gurús, que no solo distorsionan la percepción de su trabajo, sino que lo eclipsan con mensajes simplistas y deslumbrantes. 

No es fácil distinguirlos, sobre todo porque algun@s se han convertido en personajes muy conocid@s, han creado grandes comunidades a través de Instagram y tienen un amplio alcance. Uno de los objetivos principales de los gurús. 

Hoy me atrevo a lanzar una teoría (que no es de mi exclusividad), en la que presento el paralelismo insólito entre la vida del gurú y el “viaje del héroe”. 

El “viaje del héroe” fue acuñado por primera vez en los años 40 por el escritor estadounidense Joseph Campbell. Éste, influenciado por el psicoanalista Carl Jung, discípulo de Sigmund Freud, escribió la obra El héroe de las mil caras. En ella recogía 17 elementos que se repetían en la narrativa religiosa y mitológica, y que según él respondían a la necesidad humana de dar sentido al mundo a través de una narrativa satisfactoria.  

Campbell más tarde, junto con Gray y Benjamin Rogers, así como junto a otros académicos del Boston College, resumieron y condensaron los 17 elementos en 7 para su investigación titulada: Ver tu historia como el viaje de un héroe aumenta el significado de la vida.  

Los siete elementos finales fueron: 

  1. Un protagonista principal (que eres tú, es decir, con el que te identificas). 
  1. Un cambio de circunstancia. Algo sucede en tu vida que actúa como disparador de la aventura. 
  1. Una búsqueda de la solución. Se ha producido una crisis, ¿cómo la enfrentarás? A veces no se trata de acción sino de buscar respuestas. 
  1. Los aliados que lo apoyan. Amigos, familiares, un mentor… 
  1. Un desafío. Aquello que te propones hacer o conseguir, la meta. 
  1. Una transformación personal. Que se compone de todo lo que has aprendido. 
  1. Un legado como resultado final.  

A lo largo de la historia, hemos disfrutado de películas y libros que compartían en mayor o menor medida “el viaje del héroe”. Ese personaje con el que nos identificamos y del que, esperanzados, esperamos seguir sus pasos. Algunos ejemplos modernos son: Frodo Bolsón en El señor de los anillos, Neo en Matrix, Bruce Wayne en Batman,  Harry Potter en su saga, Katniss Everden en Los juegos del hambre, Luke Skywaler en Star Wars… 

En realidad, si lo observamos, el viaje del héroe es un proceso inspirador. En la literatura o el cine, se busca la conexión y el divertimento, en otros muchos casos son relatos de vida inspiradores donde personas que han pasado por dificultades extremas, nos sirven de ejemplo y motivación.  

En el caso del gurú, su viaje puede ser magnificado y en el peor de los casos falso. Lo peor es el objetivo final, no buscar inspiración, busca nuestro dinero.  

¿Cuál suele ser el camino del gurú?:  

  1. Presenta su historia de forma que puedas identificarte con él/ella. Yo era una persona común. No solo común, sino gris, invisible a los demás. Pasaría a tu lado en el metro y no le verías siquiera. 
  1. Normalmente suelen añadir un toque de dramatismo. Ser común no es suficiente, hay que ser un desgraciado: es pobre, ha estado muy enfermo, lo echaron, lo desahuciaron, estuvo en la cárcel…  
  1. De repente tocan fondo y tienen una epifanía. A veces puede ser la aparición de una segunda persona, religión o creencia, grupo. Quizás fue tocar fondo, les hizo reflexionar. Un viaje iniciático a otro país (normalmente bien exótico y lejano). 
  1. Siente la necesidad de compartir todo lo que ha aprendido. Ha sido capaz de condensar todo su aprendizaje personal e individual, en un formato que le sirve a todo el mundo.  
  1. Ha recogido todos los aprendizajes en un libro, formación, club y/o comunidad, que monetiza de forma grupal.  

Hasta aquí uno podría decir que puede ser. De hecho, la mayoría de coaches ha vivido una transformación personal importante que usan para conectar con sus potenciales coachees. 

Igual que muchos emprendedores sentían la necesidad de crear algo desde cero, o querían salir del mundo corporativo. Puede pasar que una persona haga un viaje iniciático que quiere compartir. Es verdad, ¿pero todos y cada uno de ellos?  

Hay señales que pueden alertarte sobre si es o no un gurú.  

  1. En muchos casos no se han formado. Es más, crean sus propios sistemas, academias y centros. 
  1. No acostumbran a vivir acorde los preceptos que promueven. A veces, incluso rompen totalmente con las reglas, llegando no solo a justificarlo sino cambiando el programa para que todo encaje.  
  1. Presentan mensajes simplistas y muy polarizados sobre lo que está bien o mal, no aceptan matices.  
  1. Ubican la responsabilidad en el coachee, si su método no funciona es por tu culpa, no lo estarás siguiendo a rajatabla.  
  1. No suelen dar sesiones individuales. Tiene sentido porque si habláis con un coach de verdad, os dirá que disfruta muchísimo del acompañamiento personalizado, porque es donde de verdad puede establecer una conexión y ayudar, pero es justamente la modalidad de servicio menos escalable y que por tanto le aporta menos ingresos.  

Aunque a todos nos sirve la lectura de un libro o una formación grupal como parte de nuestro despertar, el proceso de coaching es algo mucho más largo y profundo. Es un camino individual que te pone delante de un espejo. Un camino en el que te cambias de piel cual serpiente, dejando atrás lo que ya no sirve. Un pulso interno que te mueve en una dirección, a través del miedo, de enfrentarte a tus límites, de aceptar tu evolución.  

No hay atajos, cada persona tiene su ritmo, sus retos. Algunos serán universales, por supuesto, pero nuestra historia de vida es única.  

La vida es cambio, es la única constante que nos acompaña. Vivir grandes transiciones vitales acompañados de un/a coach de verdad es un privilegio.  

Es una inversión en la que la decisión más importante no es cuánto cuesta, sino en quién confío.