El deporte: un espejo mágico para las empresas

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Durante los últimos meses hemos podido asistir a brillantes gestas deportivas que, a casi todos nosotros, seamos o no amantes del deporte, nos han llenado de satisfacción y nos han hecho sentir el placer del trabajo bien hecho. En el plano individual, tenemos las actuaciones del tenista Carlos Alcaraz o, a nivel de equipo, la del Real Madrid en el trayecto de clasificación para la final de la Champions League.

Deporte y empresa siempre han sido mundos muy cercanos. Aunque a alguien le pueda parecer un sacrilegio, sin el plano del negocio, el deporte hoy en día no existiría tal y como lo conocemos y disfrutamos. Meter en la coctelera términos como beneficios, cuenta de resultados, patrocinios, imagen, ventas, logística, planificación, estrategia, tecnología, etc., hoy es tan imprescindible en el mundo del deporte como el talento de los deportistas.

En consecuencia, son dos mundos condenados a entenderse y que pueden extraer grandes dosis de aprendizaje mutuas. En este sentido, me gustaría reflexionar sobre cómo las empresas podemos sacar valiosísimas lecciones del deporte y los deportistas que, aplicadas en nuestras organizaciones, sin duda las harían mejores.

Lecciones en el plano colectivo y general

Comenzaré con aquellas que, desde mi punto de vista, deberían ser las primeras a tener en cuenta, al estar directamente relacionadas con la cultura de la empresa y que deberían implementarse de arriba a abajo, para que vayan calando en los distintos estamentos de la estructura.

  • Competencia. Competir es la razón de ser del deporte y una característica intrínseca al mundo empresarial. Cuanto mejor sea nuestra competencia, mejores tendremos que ser nosotros. Así que, reconoce su valor, sus aciertos, aprende de su forma de actuar, comparte e intercambia determinada información que nos pueda ayudar a ambas partes, etc., y, sobre todo, respétala, apréciala y alégrate por sus aciertos. Os cuento un ejemplo deportivo sucedido en la final de la NBA del 2019, entre Toronto Raptors y Golden State Warriors. Al día siguiente de la victoria del primero, Golden State compró varias páginas de publicidad en diferentes medios en Estados Unidos y Canadá, cuyo único mensaje era dar la enhorabuena a los Raptors por su primer título. Un ejemplo claro y bonito que pone de manifiesto una cultura competitiva sana y el reconocimiento de un rival que les obligaba a intentar ser mejores.
  • Orgullo de pertenencia. Un objetivo que, sin duda, cualquier empresa quiere que esté presente en su equipo humano y, especialmente, en nuestro sector en el que la rotación y la baja identificación con la compañía son dos de los principales problemas que arrastramos. Debemos fomentar el espíritu de equipo para mejorar la experiencia de empleado. Un intangible muchas veces inexplicable desde un análisis puramente racional, pero de resultados increíbles. En el deporte podemos encontrar múltiples ejemplos de la fuerza que da al equipo ese orgullo de pertenencia, pero quizá el más significativo (por su proximidad temporal) sea la trayectoria de la clasificación del Real Madrid para la final de la Champions League de este año. Ese concepto que, en el ámbito deportivo, se define como “la fuerza del escudo y la camiseta y el poder de un estadio”, es el objetivo al que aspira toda entidad.
  • Mejora de la experiencia de cliente. Es una consecuencia evidente de las dos anteriores. Si algo sabemos en nuestro sector es que, cuanto mejor sea la experiencia de cliente, mejores serán los resultados de cualquier campaña y mayor será la fidelidad con la marca. Desconozco el número de camisetas del Real Madrid que se vendieron al día siguiente de la semifinal de la Champions, pero viendo las imágenes del final del partido de jugadores y aficionados, de lo que sí estoy segura es que la satisfacción que obtuvieron, no sólo los seguidores del Real Madrid sino incluso muchos no aficionados al futbol, fue insuperable, lo que me lleva a deducir que la venta de camisetas debió incrementarse y que los índices de fidelización se dispararon, con la consiguiente mejora de la cuenta de resultados del club. ¿Conocéis alguna campaña de venta mejor y más sostenible en el tiempo?

Lecciones en el plano individual y más personal

Quizás aquí es donde los ejemplos de interacción entre deportistas y profesionales son más evidentes:

  • Cultura del esfuerzo. Seguir intentado mejorar siempre, sin frustrarse si no se consiguen las cosas a la primera, es, sin duda, un ítem muy valioso en cualquier profesional y Rafa Nadal es el mejor ejemplo. Incluso en las peores circunstancias de un partido o arrastrando lesiones crónicas, siempre sigue intentándolo y, en la mayoría de las ocasiones, obteniendo recompensas al esfuerzo.
  • Gestión del talento. Cualquiera que haya tenido que dirigir equipos laborales sabe que la gestión del talento y los egos es, probablemente, una de las tareas más difíciles. Si de algo está sobrado el mundo del deporte es de personas extremadamente talentosas desde muy jóvenes, cuya gestión del ego no debe ser nada fácil. En el tenis, podemos ver dos clarísimos ejemplos de gestión brillante de recursos humanos: Rafa Nadal y, más recientemente, Carlos Alcaraz. Dos talentos descomunales desde muy jóvenes que, quizás, no serían lo que son si Toni Nadal o Juan Carlos Ferrero, no hubieran sabido gestionar ese talento estando siempre presentes, pero sin robarles protagonismo, diseñando la estrategia, pero sin cortarles las alas, desterrando la autocomplacencia y exigiéndoles el máximo esfuerzo en todo momento, alabándoles hacia fuera y en su justa medida, pero también criticándoles y corrigiéndoles en privado. En definitiva, haciéndoles sentir que siempre estarán ahí dándoles su apoyo y protegiéndoles cuando es necesario. Un ejemplo para cualquier director.
  • Divertirse en el trabajo. La actitud con la que afrontamos el trabajo es esencial a la hora de lograr nuestros objetivos y, por extensión, los del resto del equipo. Una actitud positiva, alegre y de disfrute siempre nos facilitará conseguirlos. Carlos Alcaraz, en tenis, o Luka Doncic, en baloncesto, son el claro ejemplo de dos jóvenes estrellas que juegan con una sonrisa que transmite alegría y disfrute, lo que les ha llevado a alcanzar increíbles resultados.
  • Ambición positiva. Querer progresar, ser mejor cada día, aprender, no conformarse y salir de la zona de confort, de forma moderada y sin pisar a nadie en el camino, nos define como profesionales de valor añadido. Nuevamente, ejemplos como Nadal, Gasol o, recientemente, Alcaraz pueden ser un espejo donde mirarse y aprender.

En definitiva, la gran cantidad de puntos en común que las empresas y los negocios compartimos con el mundo del deporte, hace que este sea un magnífico espejo donde mirarnos y aprender.